El circo de la NASA ha vuelto a tener un show de los de antes. La agencia espacial estadounidense presentó ayer el Ares 1-X, un nuevo e inmenso cohete que en los próximos años reemplazará a los actuales transbordadores y con el que piensan volver a llevar al hombre a la Luna, si los problemas presupuestarios de EE.UU. lo permiten.Después de tres décadas, los hangares del edificio de Ensamblaje de Vehículos de la NASA, en el Centro Espacial Kennedy, de Cabo Cañaveral, Florida, reciben nuevamente un cohete. El Ares 1-X (lleva el nombre del dios de la guerra en la mitología griega) mide 100 metros, 32,5 más que nuestro Obelisco, lo que lo convierte en una de las naves más grandes jamás ensambladas.
Según lo previsto, el Ares llegará hasta el final de la estratosfera, unos 40 kilómetros encima de nosotros.En el vuelo se separará una de sus fases y se simulará con una réplica perfecta de la nave Orion, ubicada en uno de los extremos y donde, más adelante, viajarán los astronautas. El Ares desplegará una trayectoria suborbital en el Atlántico durante la que se estudiarán sus principales parámetros de vuelo. El test (cuesta 351 millones de dólares) le servirá a la NASA para chequear datos fundamentales respecto del funcionamiento, la estabilidad de la nave y la seguridad. También se comprobará si fueron solucionados algunos problemas de vibraciones en los motores (detectados en las pruebas en tierra) que, en vuelo, harían peligrar la estructura de la nave. Los encargados de acumular los datos son 700 sensores instalados por todo el cohete.La construcción del Ares demandó la voluntad de 2.000 empleados de la NASA y de la empresa contratista. "Han trabajado juntos en una creación sin precedentes. Se demuestra la capacidad de la NASA a nivel mundial para diseñar, construir y procesar un nuevo lanzador espacial en menos de cuatro años", dijo Bob Ess, jefe de la misión.Si todo sale bien, los primeros vuelos tripulados del Ares 1-X están programados para 2016. Sin embargo, el futuro de la nave no está del todo claro. La comisión designada por Obama para examinar el Constellation, el nuevo sistema de acceso al espacio de la NASA, no consideraba hasta ahora prioritaria la construcción de los cohetes Ares.